REFLEXIONES EN VOZ ALTA

20.09.2013 12:39
 
Tenía muchas ganas de escribir sobre un tema que parece que es el cuento de nunca acabar, y
que llena tantas y tantas tertulias, como puede hacerlo el fútbol. Me refiero a la política
identitaria y la relación y encaje de Catalunya en España. Valga decir, que ahora mismo en
política me preocupan mucho más, los drásticos ajustes hechos en sanidad y educación, así
como la lamentable realidad de nuestros malísimos políticos y sus tejemanejes para seguir en
la poltrona, llenando sus bolsillos y los de su cuerda. Pero la actualidad manda y el tema
identitario excita, apasiona y enciende mucho en estos días…
 
Recurrente es este tema, que digas lo que digas, sabes que cualquier parte se puede sentir
ofendida, pero vamos allá. Empiezo explicando que soy de Barcelona con padres catalanes,
resido desde hace años por motivos laborales en Madrid y tengo un nombre que no hace
dudar de mi origen, Jordi. Ideológicamente me considero algo de izquierdas, pero no
pertenezco a ningún partido. Desde mi particular punto de vista, el “conflicto” se puede
entender desde tres vertientes: sentimental, racional y económica.
Sentimentalmente, es donde es más complicado hacerse entender por una u otra parte.
Parece que si un deportista catalán expresa su ilusión por representar a Catalunya, ya no
quiere a España… ¿pero que chorrada es esa? Quitando a los cuatro tontos que defienden
posturas enfrentadas en los dos lados, creo que todo el mundo puede llegar a entender esta
afirmación, que no lleva ningún menosprecio a la otra. Quitémonos las caretas y seamos
honestos, el eslogan que acuñaron los “publicistas” en época franquista de una España, grande
y libre, vulnera cualquier credibilidad. La actual España la forman un conjunto de pueblos
unificados a lo largo de la historia, que juntos desde hace muchos años, forman nuestro país.
Intentando entender que con el sentimiento no se ha de jugar, porque es lo único que el ser
humano no puede controlar, tratemos de ser respetuosos. Un deportista que quiera
representar con profesionalidad al país merece todo nuestro afecto, independientemente de
donde haya nacido y el sentimiento honesto que tenga, sea de Figueres, Guernica, Lebrija,
Getafe o Moscú.
 
Racionalmente, es donde todos, les tire más una idea de España u otra, tendríamos que estar
más unidos. El estado español está compuesto por una serie de órganos que rigen unos
señor@s que, en muchos casos, ya estaban en sus butacas antes de redactar la Constitución. A
esto hay que juntarle la falta de transparencia a la hora de proceder, administrar y ejecutar su
labor, que se entiende redunda en beneficio de la sociedad española. La desafección del
pueblo respecto a la gente que nos administra es tan grande, que hace que muchos no
entiendan el porqué han de aguantar eso. No es entendible la no modificación alguna de la
Constitución. En los últimos 35 años, ha habido muchos cambios en todos los ámbitos, y pongo
por ejemplo el tecnológico pasando de dos canales de televisión, teléfono y fax a móviles, era
digital y globalización mundial con internet. ¡¡Como no hemos de reescribir las leyes en este
campo!!. El inmovilismo de nuestros líderes, no buscando la ilusión de los pueblos de España,
hace que mucha gente intenté mirar para otro lado….y tal como siguen, creo que la distancia
entre la gente y los dirigentes sigue creciendo. La famosa Vía Catalana de la Diada y su éxito, es
consecuencia, principalmente, del agotamiento y frustración de muchas personas. Y a estos, se
les sumará un largo etcétera de gente en muchos lugares de España, si no somos capaces de
dialogar, comprender, renovar o interesarnos por mejorar y remodelar nuestra leyes e
instituciones, para hacer participes al pueblo de todos sus pensamientos.
 
Y, finalmente, económicamente. Para mí, el gran caballo de batalla enquistado desde hace
mucho tiempo. Ahí la solución, al revés de lo que mucha gente pueda pensar, es mucho más
sencilla, y un símil ideal sería el de la familia que se sienta a la mesa en la cena navideña y
discute por todo…y no se dan la oportunidad de escucharse. Tratemos de comprender, de
valorar las necesidades de las comunidades y los posibles “agravios” entre las mismas. No con
odio o rencor, sino con respeto. Esto es como una familia, una hermana está en una situación
financiera mejor que otra que no consigue estabilidad laboral, y decide ayudarle con una
parte, para que pueda vivir un pelín mejor día a día. Pero un día, la crisis hace que la hermana
que se ganaba bien la vida, también pase a tener algunas dificultades para llegar a fin de mes.
Se juntan, lo hablan, lo exponen a los padres y éstos intentan arrimar el hombro para que
lleguen a final de mes las dos hijas. Una, entendiendo la situación y agradeciendo todo lo que
ha hecho por ella su hermana, y la otra viendo que cuando no puede llegar a fin de mes, sabe
que tiene el respaldo de todos y además con la satisfacción del agradecimiento sincero de su
hermana, por lo que ha hecho por ella durante años.
 
Entre nosotros, no caigamos en la trampa de los políticos. No pensemos que las cosas son
blanco o negro. Los que elevan las diferentes banderas tendrán su razón, la respeto, es su
“lucha”. Pero somos muchos los que creemos que las banderas, no dan unos mejores estudios
a nuestros hijos, no nos garantizan unas pensiones adecuadas para nuestros mayores, no nos
facilitan el mejor tratamiento en un hospital,… la gente de a pie echa de menos estas cosas y
ahí, delante del inmovilismo de la clase política, es donde el pueblo se ve impotente y busca
cambios. Y una cosa está clara “estimo a Catalunya y quiero a España”, pero antes adoro a mi
familia, y deseo lo mejor para ellos, ahora y siempre.
 
jordiballes22